Sherides Chile: la moto como herramienta de libertad y empoderamiento femenino
La iniciativa creada por Javiera Vera busca derribar prejuicios y abrir un espacio seguro para que las mujeres se acerquen al motociclismo. Desde el aprendizaje básico hasta la organización de encuentros, la propuesta combina deporte, comunidad y empoderamiento.
Cuando Javiera Vera decidió aprender a andar en moto, pronto se dio cuenta de que el proceso no sería fácil. No solo por el desafío técnico, sino también por el contexto en el que debía desenvolverse. “Cuando empecé a tomar clases no tenía ninguna mujer con quien compartirlo, y me tocaba estar con personas muy expertas. Sentía nervios, inseguridad y la sensación de que atrasaba la clase”, recuerda.
Aquella sensación de desajuste fue el impulso para crear un espacio distinto, pensado exclusivamente para mujeres. “Ahí me di cuenta de lo necesario que era tener un espacio diferente, donde pudiéramos aprender a nuestro ritmo, con confianza y sin juicios. Así nació Sherides, con la intención de abrir ese camino y mostrar que este deporte también es para nosotras”.
El inicio no estuvo exento de dudas. Vera dejó atrás su vida corporativa para lanzarse a un emprendimiento poco común. “Me cuestionaba mucho el renunciar a mi vida corporativa y emprender, era ir a lo desconocido. A mi familia al principio también le costó entender que quería seguir un sueño que mi vida de oficina no me daba. Fue desafiante en todo sentido”, reconoce. Sin embargo, esa decisión se convirtió en el punto de partida de una comunidad que crece cada día.

Las participantes de Sherides no responden a un perfil único. Son mujeres de distintas edades y trayectorias, unidas por la búsqueda de experiencias nuevas. “Algunas llegan buscando salir de la rutina, otras quieren cumplir un sueño de infancia y varias vienen simplemente a probar algo nuevo. Lo que las une es el mismo motor: atreverse, desafiarse y descubrir que son mucho más capaces de lo que pensaban”, explica la fundadora.
Ese primer contacto con la moto suele ser transformador. Para muchas, es la primera vez que desafían un prejuicio arraigado. “Es un momento mágico. Primero hay nervio y duda, pero cuando dan el primer paso y se dan cuenta de que sí pueden, todo cambia. Muchas veces se bajan de la moto con una sonrisa que lo dice todo: no solo aprendieron a manejar, también ganaron confianza en ellas mismas”.
La confianza es el corazón de la propuesta. Sherides no se define únicamente como una escuela, sino como un espacio que combate estereotipos con hechos. “La barrera más grande son los prejuicios: que las motos son muy pesadas, que son peligrosas para mujeres, que esto ‘no es para nosotras’. Lo hemos derribado con hechos. Cada alumna que se sube a la moto y aprende, está rompiendo con esos estigmas. No hemos necesitado convencer con palabras, sino con la experiencia misma”.

Los testimonios refuerzan esa idea. Javiera recuerda especialmente a una alumna que llegó temblando, con miedo incluso de ponerse el casco. “Me dijo que siempre le habían repetido que este deporte no era para ella. Terminó la clase manejando, riéndose y con una emoción enorme. Después me contó que esa experiencia le dio valor para enfrentar cosas personales que también la asustaban. Esa transformación es lo que más me inspira a seguir”, confiesa.
El proyecto ha logrado consolidar una red que trasciende la pista de entrenamiento. En los encuentros se construyen vínculos, se comparten experiencias y se refuerza un sentido de pertenencia poco común en disciplinas consideradas de riesgo. “No se trata solo de aprender a manejar. Es un espacio donde cada mujer se da cuenta de que es capaz, y donde encuentra comunidad. La moto es la excusa para conectarnos con algo mucho más profundo”, agrega Vera.

El futuro de Sherides se proyecta con ambición, pero siempre fiel a su propósito inicial. “Sueño con llegar a más mujeres. Quiero que Sherides esté presente en distintas ciudades de Chile, poder organizar campeonatos femeninos y también abrirnos a otras disciplinas dentro del motociclismo. Mi sueño es que Sherides se convierta en un referente y siga siendo un espacio donde las mujeres encuentren comunidad, confianza y deporte”.
A las que todavía dudan en dar el paso, Javiera les habla desde la experiencia. “Le diría que no espere a sentirse lista, porque la confianza se construye en el camino. Que venga, que aquí le damos todo: moto, equipo y un espacio seguro para aprender desde cero. Lo único que tiene que traer son las ganas. Y le aseguro que, cuando se baje de la moto, va a pensar: ‘¿por qué no lo hice antes?’”.
Con cada alumna que se sube a una moto, Sherides demuestra que los prejuicios se pueden romper con práctica y que el empoderamiento también se conquista a través del deporte. En ese cruce entre confianza y com










