El salto oficial del freeride: Chile se posiciona tras el histórico reconocimiento de la FIS
A una década de su primera competencia, el freeride deja de ser un deporte de bordes para convertirse en disciplina oficial de la Federación Internacional de Esquí y Snowboard (FIS). Con circuitos activos, atletas clasificados a mundiales y una base sólida en regiones, Chile se instala como un actor relevante en esta nueva etapa global. Pero el salto también exige resolver vacíos en formación, financiamiento y sustentabilidad.
Durante años fue una práctica rebelde, sin federación, sin respaldo, sin podios ni planes de desarrollo estatal. Una mezcla de cultura de montaña, libertad, riesgo y respeto por el entorno natural, que no encajaba con el molde tradicional de los deportes invernales. El freeride nació fuera de pista, y desde ahí creció, se organizó, se expandió y hoy, finalmente, es reconocido como disciplina oficial por la Federación Internacional de Esquí y Snowboard (FIS).
Para el caso chileno, este reconocimiento no es un punto de partida, sino de llegada. Una validación que consagra una década de trabajo autónomo y territorial, liderado por un puñado de gestores, entrenadores y atletas que construyeron un circuito desde cero, que hoy tiene impacto regional, vínculos internacionales y una clara estrategia de crecimiento.

“El freeride es una disciplina nueva que incorporamos oficialmente a la federación en noviembre de 2024. Eso implica un crecimiento en nuestras responsabilidades y también en la necesidad de financiamiento. Ya tenemos a Isidora Assler clasificada al primer Mundial y estamos trabajando para que nuestros deportistas se integren formalmente a la federación, con los mismos beneficios que el resto”, afirma Stefano Pirola, presidente de Fedeski Chile, quien culmina su segundo ciclo al mando en mayo de 2025.
El paso no es menor. Implica formalización, planificación, presupuestos, programas técnicos, formación de entrenadores y un salto institucional hacia un deporte que antes vivía en el margen. Pirola ha liderado este proceso con mirada amplia: “Hemos solicitado al IND recursos adicionales, porque no sería justo dividir el mismo presupuesto entre más disciplinas. A largo plazo, queremos ampliar las disciplinas en competencia, pero eso requiere trabajo conjunto con el Comité Olímpico de Chile”.
Del Cerro Castillo a la FIS: una década de impulso territorial
Fue en 2016 cuando un grupo de esquiadores organizó la primera competencia freeride en Cerro Castillo, en la región de Aysén. “Nació como un circuito nacional, enfocado en nuestras raíces, en hacer crecer la cultura de montaña local. Después nos expandimos a Sudamérica, montamos fechas en Argentina, y eso nos permitió construir el circuito sudamericano”, cuenta Fernando Ochagavía, uno de los impulsores clave del desarrollo freeride en Chile y actual representante del país ante la IFSA (International Freeskiers and Snowboarders Association).
Ese circuito regional permitió establecer un acuerdo con la IFSA en 2020, en plena pandemia, que fue determinante: acceso directo a las finales mundiales, tanto en la categoría Challenge como Junior, y la posibilidad de sumar a Chile al calendario internacional. “Eso permitió que nuestros atletas no solo compitieran, sino que se proyectaran. El freeride chileno dejó de mirar desde fuera”, señala Ochagavía.

El crecimiento del circuito chileno no ha sido espontáneo, sino producto de una estrategia de largo plazo. Una de sus claves ha sido la creación de una red de clubes y eventos a lo largo del país. Hoy existen más de 25 clubes organizando camps y competencias freeride, desde Antillanca hasta Las Trancas, pasando por La Parva y El Colorado, que se ha convertido en “la casa del freeride nacional”.
Pero el avance rápido también reveló un vacío estructural: la formación. “El mayor problema hoy es que los atletas juniors que clasifican a las finales en Estados Unidos están solos, sin entrenadores preparados. Muchos clubes dicen ser de freeride, pero no tienen formación. Por eso nació el Club Freeride Chile”, explica Ochagavía.
Este club, dirigido por Matías Doherty, fue reconocido por la IFSA como la entidad encargada del crecimiento y desarrollo de entrenadores en Chile. Doherty está implementando los cursos L100 y L200, que certifican competencias técnicas y pedagógicas. “Si queremos darles una carrera real a nuestros deportistas, necesitamos entrenadores reales. La formación no es opcional”, enfatiza.
Mientras que el presidente de Fedeski, Stefano Pirola, evalúa que, en términos generales, “el gran desafío que tenemos es aumentar la participación olímpica. En Tokio fuimos con cuatro deportistas en tres disciplinas, y ahora aspiramos al menos a duplicar esa cifra: llegar a ocho representantes en cuatro deportes. Creemos que es una meta realista, considerando el nivel actual de nuestros atletas. A largo plazo, queremos ampliar las disciplinas en competencia, pero eso requiere un trabajo conjunto con el Comité Olímpico de Chile.”
Chile ya ha organizado fechas tres y cuatro estrellas, competencias puntuables para el ranking mundial, con participación masiva de atletas internacionales. “En la última competencia 4 estrellas, el 60% de los participantes fueron estadounidenses. Fue un primer testeo, donde los locales se midieron con riders del más alto nivel. Eso nos mostró el potencial real que tenemos”, señala Ochagavía.
El impacto se ha traducido en cifras: más de 150 niños y adultos han visitado El Colorado por eventos freeride, y clubes internacionales comienzan a mirar a Chile como sede de entrenamiento. Además, se espera que el país postule a organizar en los próximos años la final del Junior Freeride Championship y una fecha Challenger, eventos de primer orden mundial.
Una cultura de montaña y conciencia ambiental
Más allá del deporte, el freeride ha traído consigo una cultura de montaña distinta, con fuerte énfasis en la sustentabilidad y el respeto por el entorno. “El mundo fuera de pista ya viene con una cultura propia. Siempre tenemos equipos de recolección de basura, trabajamos con municipalidades, buscamos proteger el lugar donde esquiamos. La idea es cuidar para volver, no para destruir”, afirma Ochagavía.
Stefano Pirola también ha enfatizado ese enfoque en la gestión federativa: “La sostenibilidad es parte de nuestra política. Desde el año pasado nuestras medallas se fabrican con materiales reciclables. Además, trabajamos con la FIS en programas de capacitación para que nuestros administradores y auspiciadores adopten prácticas sustentables”.
El cambio climático ha afectado directamente a los deportes de nieve, con temporadas más cortas y menos nieve acumulada. La FIS, junto a organismos como la IFSA y federaciones nacionales, ha comenzado a tomar cartas en el asunto. “La relación entre deporte, ciencia y nieve es clave. Necesitamos entender qué está pasando, cómo prepararnos, y cómo podemos contribuir a cuidar el entorno donde se desarrolla nuestra actividad”, concluye Pirola.

«Creemos que todos los programas que combinan deporte, nieve y ciencia son bienvenidos. De hecho, la FIS tiene varios convenios con instituciones europeas para el estudio de glaciares y, en general, del cambio climático, porque hay lugares donde cada vez hay menos nieve, lo que representa un problema que debemos enfrentar en los próximos años. Nosotros también creemos que eso puede ocurrir acá. Por eso, cualquier vínculo con la ciencia y la investigación que nos permita tener mayor claridad sobre lo que viene, cómo podemos contribuir, prepararnos y aportar, es 100% valioso y está totalmente alineado con las políticas y propósitos de la Federación», reflexiona.
El gran desafío: que el reconocimiento no quede en el papel
El reconocimiento de la FIS es un hito. Pero también un desafío. Formalizar implica responder con políticas, programas, estructura técnica y visión. Y eso no será posible sin recursos, sin apoyo estatal y sin voluntad federativa continua.
El presidente de Fedeski Chile señala que “las principales barreras para masificar los deportes de nieve son dos: el alto costo y el acceso. Sin embargo, hay disciplinas como el cross-country que requieren menos recursos, y creemos que ahí hay una oportunidad para fomentar su práctica en comunidades regionales con condiciones adecuadas. También necesitamos avanzar en una cultura deportiva más enfocada en la montaña. Nos falta entender la montaña como un espacio esencial para el desarrollo, no solo deportivo, sino también personal, aprovechando la inmensa cordillera que atraviesa todo nuestro país”.
Pirola identifica dos grandes barreras que limitan la masificación de los deportes de nieve en el país: el alto costo y la falta de acceso. “Si bien muchas disciplinas requieren inversiones importantes, el cross-country representa una excepción, ya que demanda menos recursos y ofrece una gran oportunidad para impulsar su práctica en comunidades regionales con condiciones naturales favorables”, comenta. Pirola también subraya la necesidad de fortalecer una verdadera cultura de montaña, que permita entender la cordillera no solo como un escenario deportivo, sino como un espacio esencial para el desarrollo integral de las personas. “Nos falta concebir la montaña como parte central de nuestra identidad y aprovechar al máximo la inmensa cordillera que recorre Chile de norte a sur”, añade.
Respecto a su gestión, evalúa con mirada estratégica el cierre de su mandato: “Este segundo ciclo corresponde al segundo periodo de cuatro años, tras un primer ciclo similar, y culminará en mayo del próximo año. Mi objetivo ha sido consolidar una federación robusta y bien estructurada, tanto en lo administrativo como en lo financiero, con selecciones nacionales activas en todas las disciplinas y resultados destacados no solo en la Copa Sudamericana —donde hemos tenido importantes logros—, sino también en el circuito mundial y olímpico. En cuanto al legado material, destaca la pronta inauguración del Beaker Landing, el centro de entrenamiento seco para snowboard freestyle, que esperamos abrir en los próximos meses y que marcará un hito para el desarrollo técnico de nuestros atletas”, concluye.
La oficialización del freeride como disciplina FIS no solo simboliza el fin de un largo camino de legitimación, sino que inaugura una etapa donde Chile tiene la oportunidad histórica de consolidarse como líder regional y plataforma mundial. Con talento emergente, una cultura de montaña que comienza a fortalecerse y una federación que aspira a dejar un legado sólido y moderno, el desafío ahora es transformar este reconocimiento en infraestructura real, apoyo sostenido y nuevas generaciones que vean en la cordillera no solo un lugar para competir, sino un espacio para crecer y soñar en grande.











