Texto por: Joaquín Yuraszeck / Fotos por: Pablo Gacitua y Paula Espejo
Psicóloga organizacional y coach profesional, mamá de tres hijos y capitán costero certificada, ella es Paula Espejo, embajadora de la marca de anteojos de plásticos reciclados Karün y la primera mujer latinoamericana entre más de 300 participantes en estar presente en eXXpedition.
Paula surcó las olas desde la Isla de San Cristóbal en las Galápagos en Ecuador hasta Rapa Nui en el territorio nacional, bajo la organización de eXXpedition, proyecto de una fundación sin fines de lucro que dirige expediciones pioneras de investigación y navegación para mujeres para indagar sobre las causas y soluciones a la contaminación plástica oceánica, generando conciencia en torno al impacto de estos desechos en el ecosistema marino y en la vida de los seres humanos.
Paula fue parte de la tripulación junto a otras 13 mujeres de diferentes países, sin embargo, todas tenían un elemento en común: “Compartimos la necesidad de poner sobre la mesa un tema que es de urgencia mundial y que requiere de acciones globales colaborativas para buscar soluciones efectivas de corto plazo”.

¿Cómo fue tu proceso de postulación y/o selección para eXXpedition? ¿Qué sentiste al ser seleccionada?
Mi amor por el mar fue el hilo conductor que me llevó una y otra vez de regreso a él. Como en todas las historias de amor, este es puesto a prueba… Para bucear tuve que desafiar a mis padres, para hacer fotografía submarina a mí misma, para acercar a mis hijos al océano impulsé a mi ex-marido a certificarse como Capitán Costero y luego, cuando él insistía en navegar en un lago, yo buscaba la forma de navegar en el mar. Yo quería mostrarle el mar a mis niños y por experiencia sabía que los miedos se pueden vencer cuando hay alguien que cree en ti y no te suelta la mano hasta que tienes el valor de hacerlo solo.
En Diciembre del 2018, desvelada una noche a las 4 de la mañana, una pregunta me mantenía despierta ¿cual es la conexión entre mujeres y navegación? ¿Donde están las mujeres que navegan y aman el mar? ¿Por qué si tengo la autoridad de llevar una casa, niños al doctor y conducir un auto, no puedo capitanear una embarcación?
Comencé a investigar qué pasaba con mujeres en otros países y me encontré con eXXpedition. Postulé decidida a demostrarme que sí podía ser tan buena y capaz como cualquier hombre en el ámbito de la navegación y, sin saber si quedaría escogida, recibí la noticia de que estaría en la travesía desde el Archipiélago de las Galápagos hasta Rapa Nui. Más de 2.000 millas náuticas, personas desconocidas y mis miedos eran los principales desafíos, pero con el esfuerzo y determinación de demostrar que todas las mujeres somos capaces de conseguir y alcanzar cada sueño propuesto. Desde ese momento comencé a trabajar para hacer de esta experiencia una gran oportunidad para aprender, especialmente desde mi profesión como psicóloga organizacional y coach, y desde el lugar donde las instituciones tienen el desafío de avanzar en un desarrollo armónico con su entorno.

¿Cuáles fueron los elementos de eXXpedition que te cautivaron? a trabajar en la Antártica?
eXXpedition tiene una misión: hacer visible lo invisible. Eso fue lo primero que leí y fue lo que me cautivó. Un tiempo atrás comencé a preguntar a mis cercanos: ¿Qué hubiera pasado si las mujeres en su vida hubieran recibido de los hombres de su vida el mismo apoyo para desarrollarse que el que ellas entregaron? Y eso daba pie a conversaciones extraordinarias. La sola idea de imaginarnos la reciprocidad en la colaboración para que ellas alcanzaran sus metas nos hacía darnos cuenta de lo lejos que podían haber llegado si se hubieran hecho “visibles”. Siento que hay ámbitos que son esenciales para el desarrollo de nuestro país en los cuales las mujeres somos invisibilizadas, excluidas y discriminadas por medio de distintos poderes, uno de ellos el poder económico que sigue siendo de dominio masculino. Mi mejor ejemplo ha sido que el gran apoyo que he recibido no ha venido mayormente de grandes empresas, sino de pequeñas y medianas compañías lideradas por mujeres con las que hemos buscado formas creativas de colaborar con voluntad, generosidad y corazón para el logro de un objetivo compartido.

¿En qué consistió tu participación en eXXpedition dentro del equipo multidisciplinario de mujeres a bordo?
Todas cumplimos roles asignados de acuerdo a ciertas preferencias y habilidades particulares de cada una. En el ámbito náutico, teníamos turnos de 4 horas en los que nos fuimos rotando bajo el liderazgo de nuestra ‘skipper’, con quien tomamos las decisiones. Por otra parte, cada una tuvimos turnos de ‘housekeeping’, con tareas que permitieron llevar nuestro día a día: orden y aseo de la embarcación, preparación de las comidas y asegurar que tuviésemos las provisiones necesarias de comida y agua. En las tardes celebramos sesiones de trabajo en las cuales cada una exponía su realidad y desde su perspectiva profesional, así como de los hallazgos resultantes de los levantamientos y análisis de muestras para, de esa manera, ir comprendiendo cómo deben abordarse los distintos desafíos desde múltiples posibilidades de acción. Luego de esas sesiones, cada una volvía a los turnos asignados en las distintas funciones del velero, estando algunas de guardia para que el resto pudiera descansar.

¿Cuáles son los desafíos que te propuso este proyecto y los que te propusiste tú misma?
Los desafíos han sido de distinta naturaleza, en distintos planos y han ido transformándose en la medida que hice el recorrido previo a navegar, el recorrido durante la navegación y el recorrido de ahora en adelante.
Ha sido igual que una carrera de velocidad con obstáculos contra el tiempo, por lo que he tenido que sobreponerme una y otra vez a planes que fracasan y volver a empezar. Sin lugar a dudas, mi primer y gran desafío fue convertirme en una navegante competente y rigurosa, Sin embargo, en octubre del año pasado, con la crisis social, hizo mi camino cuesta arriba: Tuve que suspender mis entrenamientos náuticos con la Armada y volví a empezar de cero con muchas de las empresas que querían apoyarme con un escenario completamente distinto. El mayor aprendizaje de esto es que, pese a lo duro que fue sobreponerme, pude encontrarme con mi propia fortaleza, la pasión que siento por el océano es un amor incondicional que me permite sobreponerme a las mayores dificultades. También fue un desafío convertirme en una storyteller inspiradora para encontrar colaboradores y sponsors con quienes compartiéramos los valores fundamentales a la base de este proyecto y trabajar juntos.
Lejos lo más valioso de este proyecto fue poner a prueba mi capacidad de generar redes, soy esencialmente una “conectora” , creo que nuestro gran activo como seres humanos es nuestra capacidad de generar relaciones y transformar a través de ellas. El mundo de acercar las oportunidades y los recursos para alcanzar metas ha sido mi pasión y mi sello como profesional.

¿Qué te produce ser la única mujer latinoamericana y chilena en participar de esta expedición?
Ha sido sorprendente cómo este proyecto ha transformado mis prejuicios. Jamás pensé que el apoyo más incondicional vendría de la Armada, una institución que desde el primer momento en el que solicité su ayuda me acompañó de forma irrestricta preparándome para el desafío, haciéndome sentir parte de cada entrenamiento y siendo tratada con el mismo respeto y exigencia. No sabía nada de esta institución y cada una de las personas con las que tuve la suerte de compartir fueron tremendamente colaboradoras y generosas desde sus áreas de experiencia para prepararme, ayudándome desde su conocimiento hasta con sus historias y consejos. El mar es un lugar donde nunca dejas de aprender puesto que cada vez que estás ahí enfrentas adversidades y desafíos diferentes, donde la preparación a partir de la camaradería y experiencia de otros son lecciones para la vida.
¿Qué sientes al ser apoyada por marcas como Karün en pos de una importante y rupturista investigación científica?
Para mí es un tremendo honor ser acompañada por Karün. Este es un proyecto donde lo que está en juego es cómo los seres humanos volvemos a recuperar nuestros valores en torno a la belleza, la conexión y la colaboración. Las empresas en Chile que de alguna u otra manera me han dado una mano representan la prueba de que el camino a recorrer hoy como sociedad es volver a hacernos preguntas a las que tememos como el cuestionamiento ético de crecer a cualquier costo sin metas orgánicas de progreso. Para mí ir de la mano de Karün implica ser parte de un grupo humano que cree que ese bienestar y esa armonía se encuentran cuando recordamos que somos parte de algo más grande que nosotros mismos, poniendo de relieve que todos somos naturaleza. Las fronteras que hemos delimitado en forma arbitraria son irrelevantes al momento de resolver problemas como el calentamiento global, la contaminación en los océanos y la escasez hídrica. Al borrarse esos límites, automáticamente empezamos a reconocernos otra vez como parte de un todo.
Puesto que ya has estado usando los anteojos de Karün durante un tiempo, ¿cuál es tu opinión sobre el equipamiento?
Comencé usando los anteojos Sailing Collection para los entrenamientos náuticos con la Armada y la recomendación del equipo Karün fue el uso del anteojo pero con cristal color cobre, esto por el tipo de luminosidad en Chile. En la expedición usé el mismo pero con cristales color plata, ideales para condiciones de mayor luz y menos nubes. En relación al diseño, jamás usé antes unos anteojos tan cómodos para hacer deporte. Realmente se nota el trabajo en conjunto entre su equipo de diseñadores y los navegantes profesionales con los que co-crearon estos anteojos, porque mientras los usas se te olvida que los tienes puestos.
Ya de vuelta en tierra firme, ¿de qué manera puedes resumir esta experiencia? Cómo afectará en tu vida para el futuro?
Lo más importante de esta experiencia, desde mi punto de vista y habiendo regresado hace pocos días y aún decantando los aprendizajes, son tres cosas: La primera es en el ámbito personal y los desafíos que implicó desempeñarme en muchos roles distintos: tuve que salir de mi zona de confort. El mar siempre te impone desafíos en término de las condiciones, en el mar nunca dejas de aprender. También fue muy desafiante el intercambio cultural, el poder entendernos desde las distintas perspectivas que cada una tenía, entender instrucciones que están en otro idioma y que son rápidas y muchas veces en un entorno en el que uno no se escucha tan bien.
Por otra parte, en el tema relacional, fue muy interesante poder compartir y establecer vínculos con personas que son distintas a ti, con las que tienes un objetivo común, con las que tienes una pasión en común y ver cómo estas relaciones rápidamente se hacen cercanas y súper llevaderas en la medida en que no tienes interrupciones, como por ejemplo en este caso la tecnología, no teníamos conexión a internet. Estábamos mucho más presentes, disponibles para escuchar. También se pone a prueba la capacidad más de comprender al otro en un plano de diálogo y reflexión, dedicas más tiempo a observar que a enjuiciar.
Y, por último, tiene que ver con sustentabilidad. Si bien nuestra tarea principal es científica y en el plano del monitoreo y el comportamiento del microplástico en el océano, la sustentabilidad es un concepto que abarca ámbitos más allá del ambiental, voy en búsqueda de objetivos que van más allá de mi misma. Es preocupante lo que enfrentamos y no es fácil de resolver, una de mis tareas es abocarme a través de mi Fundación Barlovento a seguir trabajando con mi equipo y las mujeres maravillosas con las que compartí más de dos semanas entre misiones y navegación.
