Volver a competir luego de una lesión grave
En la montaña hay lesiones que finalizan carreras. La historia nos dice que existe un alto porcentaje de personas que nunca vuelven a competir luego de sufrir un traumatismo grave, pero ¿cuáles son los factores que juegan a favor para recuperarse? ¿qué es lo que hace que sólo algunos lo logren? Obviamente, no tenemos respuesta a esas preguntas, pero sí sabemos un par de cosas que hacen la diferencia.

Lo primero, y lo más importante, es lograr enfocarse en el objetivo. Una mentalidad optimista, pero realista: la convicción de que estaremos bien si seguimos cada uno de los pasos indicados. Una mezcla entre perseverancia y obediencia; disciplina y confianza; determinación y compromiso. En mi experiencia, la gente que logra mejorarse es capaz de confiar en el proceso, controlando la ansiedad.
Lo segundo es contar con un equipo capacitado y experimentado en el manejo de deportistas: profesionales que sepan empujar los límites más allá del dolor o la falta de fuerza; tomar riesgos controlados y dar la seguridad de que todo estará bien. Gente capaz de reconocer cuando algo no funciona y enmendar el curso del tratamiento, adaptarse rápido, trabajar en equipo y poner siempre al paciente en el centro. Personas que hablen el idioma de los entrenadores, conozcan los trucos y sepan comunicar de manera transparente los avances o retrocesos propios de una rehabilitación.
Tercero, es vital que el atleta tenga un grupo de apoyo fuera del deporte, que le hable de otros temas y le ayude a poner en perspectiva su lesión, y el impacto de ésta en su carrera y su vida privada. Una familia y amigos de verdad son tanto o más importantes que los doctores, kinesiólogos o preparadores físicos para devolver al deportista a cumplir su rol en la sociedad.
Finalmente, las instituciones, clubes, equipos, federaciones y selecciones nacionales debemos entender que somos también responsables de la lesión del deportista; que el sufrimiento ocurre en parte ante un esfuerzo por representar nuestros colores y bandera, y que tal como celebramos los triunfos, tenemos que sufrir con las caídas. Debemos llamarlos y preguntarles cómo se sienten; darles tiempo y recursos para recuperarse; acompañarlos en el hospital y en la pista el día en que vuelven a correr nuevamente. Debemos hacer nuestra la batalla que es volver a enfrentar aquello que tanto daño nos hizo.
La tarea no es fácil, pero tenemos grandes ejemplos que nos llevan a pensar que sí se puede.
Por José Angel Rubio
Kinesiólogo, Director
Physio Health & Fitness Studio











