Esta ley regularía y protegería estos sectores de nuestro borde costero, con el propósito de perpetuar las rompientes para la práctica deportiva, sus accesos y los ecosistemas donde están emplazadas.

Con una geografía única y más de 6 mil kilómetros de costa, nuestro país ofrece un recurso natural único que hoy está en peligro, y que requiere de la aprobación de una ley para salvar lo que hasta ahora está vulnerable ante una amenaza latente como son principalmente la industria inmobiliaria y portuaria que invaden el desarrollo de los deportes de mar, el medio ambiente costero, el turismo sustentable, las comunidades y tradiciones que por décadas se han desarrollado frente al mar, y por supuesto, estadios naturales como son las rompientes.

Ante esta problemática, actualmente se encuentra en el Senado la tramitación en su primera etapa del Proyecto de Ley que protegería las rompientes de la costa chilena, que desde 2018 se encuentra en manos constitucionales, pero que, sin embargo, aún no logra ver la luz. Con esta ley sería posible identificar y categorizar las más de 80 olas de calidad mundial que son aptas para la práctica deportiva, razón por la cual Chile se ha destacado internacionalmente.

Pero, ¿qué es una rompiente? Es un espacio de costa donde el agua del mar o de un río rompe y se levanta formando una cresta de forma natural, donde sin intervención humana, se crean las condiciones óptimas para practicar deportes náuticos.

Pero una rompiente debe cumplir con tres atributos para ser categorizada como tal: la topografía del fondo (si posee roca, arena, coral u otros), el pasadizo del swell (o mar de fondo), y el acceso para los deportistas, condiciones excepcionales que se encuentran prácticamente en toda nuestra costa chilena.

Sin embargo, esta idea no surgió de la nada.

En el 2000, Perú se transformó en el primer país en el mundo en legislar sobre la protección de sus olas con la participación directa de la marina peruana, para así establecer una serie de reglamentos y exigencias técnicas requeridas por la institución, creándose el Registro Nacional de Rompientes (RENARO), donde se determinan los sectores de mayor relevancia, considerando así a una rompiente como un activo tanto natural, como turístico y social, lo que a la fecha ha permitido proteger más de 33 rompientes al amparo de esta ley.

En torno a este tremendo ejemplo, la Asociación de Surf de Arica junto a un senador de la región, se inspiraron para lograr el mismo resultado en Chile, lo que ha permitido pequeños avances de los que hoy también se hace parte la Fundación Rompientes, realizando un trabajo de activismo en torno a este proyecto y que gracias a su difusión, hoy han logrado reunir más de 10.700 firmas en apoyo a esta causa.

“Creemos que es importante tener una visión más integrada y global del territorio. No porque involucre al deporte no vas a proteger al medio ambiente. Creemos que esto ha sido uno de los desafíos más difíciles por vencer, que son los paradigmas tradicionales de cómo concebimos la regulación, y llevarla a una visión más integrada del territorio”, comenta Manuela Barros, abogada y coordinadora de la Fundación.

¿Cuáles son los siguientes pasos que se viene en términos legislativos respecto a la Ley Rompientes?

Todavía hay un largo camino por recorrer, considerando que los pasos para un proyecto de ley son: que el proyecto entre a una comisión especializada, luego pasa al pleno de la Cámara quienes hoy ya aprobaron la idea de legislar sobre este tema.

Con esto se abre un periodo de indicaciones para presentar modificaciones al texto legal que busca mejorar el texto.

Y como Fundación, ¿tienen alguna indicación que presentar?

Nosotros como Fundación no estamos totalmente conformes con el texto actual, ya que creemos que puede mejorarse bastante, dándole una connotación más medioambiental de la que ya tiene.

Nuestra idea es entregarle más competencias al Ministerio del Medio Ambiente, queremos generar un registro de rompientes como ocurrió en el Perú, de manera tal que todas sean objeto de protección y que en ellas no se pueda hacer ningún proyecto que las afecte, sin que pase necesariamente por el servicio de evaluación ambiental.

¿Cuáles son las principales barreras que han podido visualizar?

Hay temor de la autoridad de que este proyecto vaya afectar concesiones marítimas o derechos de uso del borde costero que ya están asignados, que es algo que hemos tratado de explicar.

No se trata de que vamos a proteger toda la costa, sino que son partes muy puntuales que, por su calidad excepcional, tienen que ser protegidos, esto no es incompatible con los usos del resto del borde costero.

Este proceso ha sido un desafío, ver cómo conciliamos los intereses de los deportistas con los de la comunidad, y demostrar que la protección del territorio nos beneficia a todos.

¿Cuál es su propósito respecto a impulsar esta ley?

Aquí hay algo súper importante por lo que también nosotros estamos luchando, y es que acá es necesario solo dedicarse a conservar un estadio que ya está de forma natural, de cuidar nuestras playas, hay nuevas generaciones, estos son espacios de recreación, de encuentro, ese es el concepto que como Fundación hemos tratado de implementar también.

Estas rompientes tienen el mismo valor que cualquier infraestructura construida por el hombre, sobre todo que Chile será sede de los Panamericanos el 2023, y el surf ya es un deporte olímpico.

Además del impacto negativo que tendría para el deporte, ¿qué otros impactos podrían tener que esta ley se denegara?

Pasa con las rompientes que muchas veces son fundamentales para la salud económica de algunas localidades. El ejemplo emblemático es Pichilemu, que sin la calidad de sus olas, sería un pueblo más, yo te diría que en general las rompientes entregan también una buena economía local.

Es más, se acaba de decretar el Santuario de la Naturaleza Topocalma Piedra del Viento, que es donde por primera vez un documento oficial reconoce rompientes como objeto de protección dentro de una figura más amplia, donde además de la rompiente, se está protegiendo la flora y fauna, pero también prácticas culturales ancestrales como es la recolección de algas.

Entonces tú al mantener la zona intacta también permites que esas tradiciones se mantengan, esta zona de la sexta región es una zona de algueros y cochayuyeros súper potente. Entonces al final cuando tú proteges una zona y una rompiente, proteges también a la comunidad y todo lo que eso implica.

¿Cuáles han sido los principales actores de este proyecto?

Sin duda la Asociación de Surf de Arica que fueron quienes iniciaron este proyecto y que también van a presentar sus indicaciones a la Cámara, que quizás son un poco diferentes a lo que queremos como Fundación Rompientes, pero esto es un proceso democrático donde estén plasmadas las mejores ideas de cada actor. Por otra parte, también ha sido fundamental el apoyo de la Fundación Punta de Lobos, Parley, y Cerveza Corona quienes nos han auspiciado en nuestras actividades.

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