Desde el sur de Chile, este deportista nacional se abre paso en el circuito mundial de snowboard freestyle como seleccionado nacional. Con entrenamientos sobre un volcán activo, financiamiento autogestionado y una visión crítica del deporte, su historia encarna la resiliencia, la técnica y el propósito que definen a los nuevos referentes del alto rendimiento en América Latina.
La historia de Pedro Pizarro Sallato habla de audacia, atrevimiento y visión a largo plazo. Miembro del equipo nacional de snowboard de Chile, este rider oriundo de Pucón logró inscribir su nombre en la historia del snowboard latinoamericano al convertirse en el primero de la región en aterrizar un 1800 en competencia oficial. Un truco reservado para la élite mundial, ejecutado no solo con precisión técnica, sino con una lectura inteligente del riesgo y una mentalidad forjada en la autogestión y la constancia.
Hay momentos en el deporte donde las leyes físicas parecen ceder ante la voluntad. Cuando Pedro se convirtió en el primer latinoamericano logra aquel hito, no solo desafió la gravedad, sino que desarmó la idea misma de lo que un snowboarder latino puede lograr en el circuito mundial.
“Ese truco nunca es fácil. Lo había probado un par de veces en Banger Park, pero ahí me di cuenta que no tenía un buen porcentaje de caerlo. Ese día, en competencia, decidí cambiar el enfoque mental. Me inventé un eje. Lo visualicé como un frontside 1080, que es un truco que ya manejo, y después le sumé un frontside 720. Lo dividí en partes que mi cuerpo conocía, y de alguna forma todo fluyó. Lo clave fue no pensar en el truco como algo imposible, sino como una suma de movimientos que ya eran míos. Lo demás fue confiar”, relata con una honestidad que revela no solo su nivel técnico, sino una capacidad notable de abstracción y estrategia en medio de la presión competitiva.

Pedro entrena en el entorno más impredecible de todos: el volcán Villarrica. Lejos de pistas perfectas o snowparks con airbags, su realidad lo ha obligado a desarrollar una habilidad invaluable: la adaptación radical.
“Andar en el volcán me enseñó a fluir con lo que hay. A veces entrenamos con viento cruzado, visibilidad baja, nieve pesada o simplemente sin poder ver bien la línea. Pero eso te afila. Te prepara para cualquier tipo de terreno. Me tocó competir en Suiza y sentí que muchas de esas condiciones extremas que viví en Pucón me daban un plus. Con su inestabilidad, te forma en lo inesperado. Y eso es muy útil en este deporte”, comenta.
Pero lejos de considerarse un caso aislado, Pedro tiene claro que su recorrido también es parte de un mensaje más amplio; hay talento en el sur del mundo, aunque no siempre con las mismas herramientas.
“Estamos a años luz de países como Austria o Estados Unidos en infraestructura, pero eso no significa que no podamos competir. Sólo hay que encontrar otras formas, otros caminos. En mi caso ha sido ensayo-error, mucha autogestión, visualización mental, y también aprender a caer sin perder el foco. Lo importante es no romantizarlo: no es épico entrenar con poco. Es difícil. Y eso tiene que cambiar”, sostiene.
El Mundial como punto de partida
Su participación en el Mundial FIS 2025 en St. Moritz fue una prueba de fuego. No logró el resultado esperado, pero el aprendizaje fue más valioso que cualquier medalla.
Pero relata que “fue duro, claro. Uno siempre quiere rendir al máximo. Pero lo que más me marcó fue darme cuenta de que no estamos tan lejos. Vi riders de alto nivel con detalles que yo también puedo trabajar”.
Por eso -señala- ahora se encuentra en un proceso muy completo: “entreno con Rideout, que me apoya con una planificación personalizada, y además trabajo el área mental con Clínica Flow Sports. Porque el cuerpo puede llegar lejos, pero si la cabeza no está alineada, te estancas. Y yo quiero seguir creciendo, no solo como rider, también como deportista integral”.

Más allá de los trucos, Pedro cultiva un estilo que lo diferencia. Su enfoque está cruzado por el deseo de representar algo más que puntuaciones y representar una sensibilidad.
“Creo que el switch backside rodeo method es el truco que más me define. Tiene un eje que no es el típico, se ve distinto. Me gusta que tenga esa mezcla de técnica y estilo. Es latino en el sentido de que tiene ritmo, flow. Y ahora estoy trabajando en la versión doble para que sea más competitivo. Me importa mucho que cada truco tenga un sello, no que sea solo una copia del manual de X Games”, confiesa.
Pedro también ha debido crear su propio modelo de financiamiento. Entre competencias en Europa y entrenamientos en Norteamérica, los costos son enormes. De ahí nació su campaña de crowdfunding, una herramienta que usó no solo para conseguir recursos, sino también para visibilizar el costo real de ser deportista en Chile.
“Sé que desde afuera suena raro que un deportista tenga que pedir apoyo económico. Pero la realidad es que competir a este nivel es muy caro. Viajes, inscripciones, entrenamientos… todo suma”, sostiene. Añade que “yo recibo apoyo de la Federación y auspiciadores, y sin ellos no podría seguir. Pero para estar realmente presente en el circuito, necesitas más. Por eso el crowdfunding, que me permitió completar una parte importante de la temporada. Y lo que más valoro es el apoyo simbólico. Cuando alguien dona o comparte, se siente que no estás solo. Eso también te da fuerza”.
A mediano plazo, Pedro tiene claro su norte: representar a Chile en los Juegos Olímpicos de Milano-Cortina 2026. Pero su mirada va más allá de lo personal. Se proyecta como formador, como alguien que puede dejar un legado en el deporte nacional.
“Me encantaría, en el futuro, ser coach del equipo junior. Pero también me gustaría empujar cambios en el formato competitivo. Hay algo que vi en la Street League de skate que me hace sentido: combinar slopestyle y big air en una puntuación total. Eso obligaría a los riders a mostrar técnica, creatividad y consistencia. Sería un desafío, pero también una forma más completa de evaluar. Siento que el snowboard tiene espacio para evolucionar en ese sentido, y me gustaría ser parte de esa conversación”, profundiza.
En un deporte que premia el riesgo y la perfección, Pedro Pizarro aporta algo inusual: propósito. Su carrera no solo es una suma de rotaciones y podios. Es un testimonio de lo que significa construir desde cero, con identidad, resiliencia y un horizonte colectivo.