
Lo que lo llevó a la pista fue el ejemplo de su padre y, una vez que adquirió experiencia y oficio comenzaron los triunfos y la explosión de récords, a medida que él iba avanzando en su trayectoria deportiva del NSU a los Mini Cooper y finalmente a la Liebre Chevrolet de Turismo Carretera. El NSU fue el coche de los primeros triunfos, y en él también incursionó con éxito en sus primeros grandes premios por carretera, la Santiago – La Serena y la Santiago – Arica.Tuvo un fugaz paso con otro auto: una camioneta Simca 1300. En ella tuvo una accidentada participación en el Circuito Carozzi de Viña del Mar, que fue destacada por la prensa. Una publicación comentó que Kovacs junior “casi dejó a Viña del Mar sin árboles”. Recién iniciada la competencia, aceleró por fuera y pretendió pasar en plena curva nada más y nada menos que a Raúl “Papín” Jaras. El resultado fue que la pick up Simca quedó destruida, y dejó a su paso un total de tres árboles en tierra. Por fortuna el muy joven Kovacs sufrió sólo un gran susto, pues salió prácticamente ileso del aparatoso volcamiento.
Después de esa pintoresca experiencia viñamarina, Eduardo volvió al NSU Prinz con el que se afiató y llegaron los éxitos, logrando ganar los años 1964 y 1965 los campeonatos de la serie carrozados hasta 850 cc. “Mi padre era representante de la marca NSU en Valparaíso. El coche me gustaba una barbaridad, casi puedo decir que lo quería y me respondía en la pista; nos entendíamos a la perfección; guardo un grato recuerdo de Quiroz, Monardes, Avaria y los Silva, todos ellos de Federle S. A., quienes auspiciaban la máquina”, comenta.

Luego de correr un Gran Premio Santiago Arica en dicho NSU, participó de copiloto de su padre en el Circuito El Morro, a bordo del famoso Mercedes Benz 300SL Gullwing con que su progenitor obtuvo bullados éxitos internacionales. Allí, cuando punteaban la carrera de fuerza libre, sufrieron un accidente que terminó en espectacular vuelco, quedando el coche con las ruedas hacia el cielo. Como las puertas del “Alas de Gaviota” formaban parte del techo, quedaron atrapados y tuvieron que escapar milagrosamente por el parabrisas trasero. Otro gran susto del joven Kovacs, del que nuevamente libró ileso.
A fines de 1965, ingresó a la “familia veloz”, como se decía de los Austin Mini Cooper. La representante nacional de la marca británica, la empresa Mauricio Hochschild S.A., le preparó el coche con que participó en 1966 y fue 2° en el ranking hasta 1000 cc, con ese primer Mini Cooper. El preparador era Veloso, pero Kovacs también metía mano y se estudiaba los catálogos de la fábrica para poder aportar a la preparación del pequeño bólido.
Ese mismo año corrió en el Austin Cooper la famosa SOPESUR (Santiago-Puerto Montt-Concepción), donde se le pudo ver sólo hasta la localidad de Paine. Recuerda: “Ese día había una neblina espesa. No vi la barrera que desviaba el camino al paso nivel y chocamos. Quedamos, junto con otros, clavados entre los fierros; no fue mucho. Sin auto, dejé de correr. Ni pensaba retirarme ni me entusiasmaba volver. Se lo dejé al tiempo”.
Pero la genética “tuerca” pudo más: volvió al automovilismo de velocidad en 1968, en otro Mini Cooper, y logró el segundo lugar en el campeonato anual en la serie GTA, luego de las recordadas Tres horas de El Bosque (corrió en dupla con Juan Armando Band y debieron abandonar cuando punteaban, por rotura del parabrisas). El año 1969 fue para Kovacs el año del despegue definitivo. Comenzó a ganar más adeptos que ningún otro corredor hasta ser uno de los pilotos más seguido y admirado por los fanáticos junto a su poderoso Mini Cooper “S”. Ese año también fue el de la incorporación oficial de la British Leyland a las competencias, con el apoyo sin restricciones de Sergio Benítez, como jefe de equipo, y con el respaldo de la firma inglesa.